¡Hola!
Muchos me habéis preguntado como hemos preparado el frasco de la calma y qué materiales hemos utilizado a través de las RRSS. Os cuento cómo lo hicimos:
María Montessori fue la primera en utilizar esta técnica, porque es eso… una técnica, no un castigo.
El objetivo del frasco es calmar el estado de ánimo de nuestro hijos o alumnos durante sus rabietas, ataques de llanto o situaciones de estrés.
Es un simple bote transparente, con agua, pegamento y purpurina, que agitamos frente a sus ojos para desviar su atención hacia los patrones y movimientos del líquido, acompañando la acción de un tono cordial e instrucciones sobre su respiración, así iremos concentrando al niño en el objeto, consiguiendo que se calme.
Poco a poco, iremos haciéndole consciente de la relación que hay entre despejar la mente, cuidar la respiración y la reducción del miedo, estrés y la ansiedad.
Con el tiempo, nos sorprenderemos de ver que es el propio niño el que va al bote para pensar sobre sus acciones.
No es un castigo, es una técnica, simple pero efectiva, que sirve para controlar el estrés y la ansiedad infantil. Poder ofrecer una técnica adaptada a ellos es maravilloso, pues los adultos también recurrimos a otras: como observar una vela, las olas del mar, meditación, yoga… para poder relajarnos.
El frasco de la calma comparte con éstas su metodología y objetivos, pero como aún no es capaz de seguir unas pautas concretas, el brillo le ayuda a centrarse y calmarse.
María Montessori explicó que el frasco permite a los pequeños organizar y focalizar su Sistema Nervioso Central en un estímulo concreto, cuando un niño está estresado su ritmo cardíaco y su respiración se acelera y su mente se bloquea, ¿cuántas veces después de una rabieta no son capaces de decirnos por qué se han puesto así?
Sin embargo, al centrarse en la lenta caída de la purpurina y sus formas, se genera una orden inconsciente en el cerebro que disminuye la agitación. Poco a poco se va creando una relación entre este patrón visual y la calma.
Cada niño es único y responde de manera diferente al frasco, por ello no hay que olvidar que es una técnica y como cualquier otro aprendizaje requiere de práctica.
La edad ideal para empezar a utilizarlo es de los 2 a los 5 años, pero para niños más mayores también funciona.
El objetivo del frasco es calmar el estado de ánimo de nuestro hijos o alumnos durante sus rabietas, ataques de llanto o situaciones de estrés.
Es un simple bote transparente, con agua, pegamento y purpurina, que agitamos frente a sus ojos para desviar su atención hacia los patrones y movimientos del líquido, acompañando la acción de un tono cordial e instrucciones sobre su respiración, así iremos concentrando al niño en el objeto, consiguiendo que se calme.
Poco a poco, iremos haciéndole consciente de la relación que hay entre despejar la mente, cuidar la respiración y la reducción del miedo, estrés y la ansiedad.
Con el tiempo, nos sorprenderemos de ver que es el propio niño el que va al bote para pensar sobre sus acciones.
No es un castigo, es una técnica, simple pero efectiva, que sirve para controlar el estrés y la ansiedad infantil. Poder ofrecer una técnica adaptada a ellos es maravilloso, pues los adultos también recurrimos a otras: como observar una vela, las olas del mar, meditación, yoga… para poder relajarnos.
El frasco de la calma comparte con éstas su metodología y objetivos, pero como aún no es capaz de seguir unas pautas concretas, el brillo le ayuda a centrarse y calmarse.
María Montessori explicó que el frasco permite a los pequeños organizar y focalizar su Sistema Nervioso Central en un estímulo concreto, cuando un niño está estresado su ritmo cardíaco y su respiración se acelera y su mente se bloquea, ¿cuántas veces después de una rabieta no son capaces de decirnos por qué se han puesto así?
Sin embargo, al centrarse en la lenta caída de la purpurina y sus formas, se genera una orden inconsciente en el cerebro que disminuye la agitación. Poco a poco se va creando una relación entre este patrón visual y la calma.
Cada niño es único y responde de manera diferente al frasco, por ello no hay que olvidar que es una técnica y como cualquier otro aprendizaje requiere de práctica.
La edad ideal para empezar a utilizarlo es de los 2 a los 5 años, pero para niños más mayores también funciona.
Es importante que los materiales utilizados sean los adecuados, adaptados a su tamaño y que no sean tóxicos y peligrosos.
Necesitáis:
– un bote transparente (puede ser de cristal, pero mejor de plástico, para evitar accidentes)
– agua caliente
– pegamento transparente (importante que sea adecuado para niños)
– purpurina (de un color o varios)
– y colorante alimentario (esto último es opcional).
Para hacerlo tenéis que:
4º- Se remueve para que se mezcle bien con el agua.
5º- Se echa la purpurina, nosotros al ser un frasco grande vaciamos todo el tarrito, jeje! Nos encanta el brilli-brilli!!! Porque vimos que con la mitad se iba a quedar soso.
7º- Y para terminar observamos que al bajar la purpurina, se veía mucha diferencia de color y pusimos un poco de colorante alimentario para que el agua cogiera un colorcito suave parecido a la purpurina.
8º- Antes de sellar la tapa con silicona caliente (esto es muy recomendable para evitar derrames o accidentes), os aconsejo que pongáis papel film alrededor del agujero del frasco, pues puede ser que haya pérdidas (cómo en nuestro caso).
Os dejo un vídeo-tutorial, donde se ve claramente todos los pasos:
¡Estamos encantados con nuestro Tarro! Tanto que el peque se quiere llevar uno a su clase, hablaré con su seño y si le parece bien haremos uno para que lo tengan allí.
Hoy que celebramos el Día de la Paz en mi colegio y se vienen mis hijos (porque es fiesta en el suyo), se lo presentaremos a mis alumnos.
Si te ha gustado la entrada de hoy puedes compartirla en tus RRSS. ¡Gracias!
10 comentarios. Dejar nuevo
¡Me encanta, Belén! Quiero hacerlo!!!!!!!!!!!!! 🙂
Está genial Ángela! Si lo haces ya nos contarás que tal. Un besito
Me encanta!!! Seguro que lo hago!
¿Lo has probado con tus alumnos? Cuéntanos qué tal!
Hazlo Carlota! Está muy bien. Ahora es la novedad, pero mi objetivo es que lo utilicen cuando necesiten relajarse o estén nerviosos. Si lo haces también, cuéntanos tu experiencia. Un abrazo
Lo haré, muchas gracias
Hola belen, he hecho el frasco de la calma sin haber visto tu video y no puse el film y al poner la silicona en la tapa no me dejo enroscar la tapa y me quedo mal cerrado y ahora lo tengo que volver a hacer. Mi pregunta es si pongo el film y ademas silicona en la tapa, al enroscar puedes hacerlo normalmente si que se desconponga el film? Gracias
El film es importante, hay que poner solo una capa y que no se quede muy gordo en los bordes, para poder cerrar bien el tarro. Después tienes que poner silicona en el borde entre la tapa y el tarro, y si ya pones fiso o cinta adhesiva, queda muy aislado y no pierde nada.
Hice el frascp con glicerina y agua como habia.leido una vez. Quedo mal. La purpurina flota arriba al poco de mezclar y se separan las 2 fases. Lo calente y pasa lo mismo
Mas que calma me dio furia que mo me salga.
Hola Erica! Yo no utilicé glicerina, sino un tipo de pegamento transparente que no es tóxico para niños. Calenté el agua un poco (no es necesario mucho) y fui echándolo y removiendo a la vez. Después la purpurina, siempre removiendo con el palito. Y no se queda en dos partes o fases. Intenta encontrar ese tipo de pegamento y verás como lo consigues. Está resultando una prueba de autocontrol para tí! Un saludo.
[…] el “Frasco de la Calma” (ver aquí si te lo perdiste) y si quieres saber cómo hacer uno (pincha aquí). Es un recurso que podemos utilizar antes de llegar al punto de “NO retorno”, que puede […]